lunes, 30 de septiembre de 2013

84, Charing Cross Road

Como una apasionada de comprar, acumular y disfrutar de los libros y las librerías, una novela que toque el tema de la pasión por leer y escribir, es una tentación.
Hacía mucho tiempo que quería leer el libro de Helene Hanff,  una novela epistolar entre ella y su librero en épocas duras para los británicos que intentaban volver a la normalidad después de la segunda guerra.
Esta escritora que sobrevive en New York y que, debido a sus excentricidades literarias, suele solicitar a una pequeña librería londinense sus extraños pedidos de autores que ya no son publicados o pocos conocidos.
Comenzando con unas cartas estrictamente de carácter comercial, a medida que se avanza, las cartas van mutando de a poco, hasta convertirse en cartas entre comerciales y amistosas, donde la distancia no impide que se presten ayuda y se creen lazos de amistad.
Es un libro que habla sobre libros, pero también sobre relaciones entre los seres humanos.

Dos cosas me han pasado con esta lectura a la hora de analizarla. La primera fue que di con ella gracias a cumplir mi sueño de conocer una librería en particular, un sueño que la escritora no pudo cumplir, ya que cuando al fin pudo viajar a Londres, la librería ya había cerrado y su viejo amigo ya estaba fallecido.
Cuando pude viajar a Buenos Aires el año pasado, quise conocer la librería Grand Splendid, allí encontré varios libros que me traje para Santa Fe, más los maravillosos recuerdos de ese lugar tan hermoso. Entre ese grupo, vino conmigo 84, Charing Cross Road, que al ser un libro de pocas páginas, casi me lo termino mientras disfrutaba del café/escenario que se encuentra en este ex teatro.
Lo segundo que me hizo pensar es que, a pesar de las distancias, se pueden conocer personas con gustos similares a los nuestros y, a través de blogs, mails, facebook, o el medio escogido en la actualidad (que a veces incluye cartas), se pueden realizar amistades y sentir esos lazos de amistad existen aunque tal vez nunca lleguemos a conocernos en persona.
Post Data: sumo un lugar más que me gustaría visitar sin algún día tengo la fortuna de viajar a Londres.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Todos fuimos chicos

El miércoles se celebró el Día del Maestro en mi país. Ser maestro nos trae un sinfín de dolores de cabeza que, generalmente son compensados con risas, anécdotas y cariño a montones.

Aunque uno nunca haya ejercido la docencia, ¿quién no tuvo una maestra en su vida que lo marcó en cierto momento?

El estar rodeada de niños gran parte del día, nos hace expertas en dibujos animados, música de moda, la serie que tiene onda y las películas “copadas”. En definitiva, nos mantienen jóvenes y con el niño interior despierto.

Pero esta entrada no es sobre mi profesión, aunque está relacionada, ya que es de las últimas películas infantiles que he visto.


En el verano, gracias a las grandezas con la que era alabada la princesa Mérida por parte de mi primita de 5 años, vi Brave (Valiente), una nueva película de Disney donde cada día muestra más que las antiguas damiselas en apuros están out y que las nuevas no necesitan ningún príncipe azul que las rescate. Situada en la antigua Escocia, es una hermosura en imagen, en música y en leyendas celtas. Una historia donde la valentía no es un valor meramente masculino y las mujeres son de armas tomar.

Luego me tocó ver The Croods (Los Croods; Una aventura prehistórica), esta vez fue en cine y de la mano de Dreamworks.
Un padre exageradamente sobre protector de su familia en la época prehistórica, momento de cambios profundos en la Tierra y dentro de su familia. El papá que se niega a los cambios, pero que como todos, tendrá que adaptarse a los nuevos tiempos y al crecimiento de su hija adolescente. Una historia de familia, con mucha aventura, gran colorido y momentos graciosos, en especial de una de las mascotitas.

Desde que se anunció la segunda parte de Monster Inc.. que más que secuela, sería una precuela, que tenía a un niño que me taladraba la cabeza para ir a verla sin entender que aún no la estrenaban.
Finalmente llegó el día y con nuestro anteojos 3D, nos dispusimos a compartir risas con Mike y Sulley. Pero esta vez, nos contarán la forma en que estos monstruos tan dispares terminan siendo tan buenos amigos.
En Monster University, el tierno Mike, se esfuerza en sus estudios para lograr el sueño de su vida de convertirse en "asustador", aunque nadie lo tome en serio. Sullivan cree tener todo logrado, que no necesita esforzarse y es el "alma de las fiestas".
Las circunstancias los obligarán a unir fuerzas con otros rezagados para demostrar que el trabajo en equipo funciona, pero también que vencer sin merecerlo no es mérito y que los sueños se pueden hacer realidad, aunque llegue tarde porque el camino fue más largo.

Por último, con mis alumnos de 3º, tuvimos una jornada de cine en la escuela con pochoclos, pororós, palomitas de maíz o como se llamen en cada país incluidos.
Esta vez le tocó el turno a Wreck-It Ralph (Ralph, el demoledor), también de Disney, está basada en videos juegos. Ralph es el malo del suyo, que destruye lo que Félix reconstruye. Es el "malo" de la historia, aunque él no se considera malo y está cansado de los desprecios que sufre por su condición de malvado.
De ahí en más, este personaje comenzará un peregrinaje por diferentes videos juegos, intentando demostrarse a sí mismo que puede ser más y mejor. En medio de ello, irá cambiando vidas y la suya propia.
Dejando el mensaje que hay que aprender a quererse como uno es y que cada uno tiene una función que cumplir en el mundo que es irreemplazable
.

Cuatro recomendaciones para volver a ser niños por un rato.